Publicado originalmente por Autism Asperger's Digest Magazine y Traducido por Eugenia Gómez Novaro
En artículos anteriores hemos explorado el significado general en que se basan los 4 Pasos de la Comunicación y hemos aprendido que la comunicación no es un único acto, sino una sinfonía de pensamientos y acciones relacionadas, sincronizadas en el tiempo.
El siguiente artículo ha sido traducido con la intención de captar el significado original deseado. Al leerlo, por favor tenga en cuenta que en la traducción muchas veces es difícil captar la sutileza del significado deseado. Sin embargo, esperamos que la mayoría de los conceptos sean fieles al original.
En artículos anteriores hemos explorado el significado general en que se basan los 4 Pasos de la Comunicación y hemos aprendido que la comunicación no es un único acto, sino una sinfonía de pensamientos y acciones relacionadas, sincronizadas en el tiempo. Empezamos pensando sobre las personas que están alrededor nuestro y de qué manera podemos desear comunicarnos (o no) con ellos. En esta columna avanzamos hacia el paso número 2 de la comunicación: establecer presencia física, y el rol que juega en la conexión emocional con otras personas durante las interacciones cara a cara.
Usamos nuestros cuerpos como vehículos activos para iniciar, mantener y terminar una comunicación, pero su rol en la comunicación es frecuentemente descuidado. Cuando queremos comunicar, nos acercamos para señalar nuestra intención comunicativa, hacemos contacto visual, orientamos nuestra cabeza y nuestro cuerpo hacia la persona. De la misma manera, rápidamente nos damos vuelta o nos alejamos del espacio físico de la otra persona cuando no deseamos iniciar o continuar una conversación.
Cuando los especialistas enseñan a los pacientes a mejorar sus habilidades de comunicación, generalmente se concentran en las habilidades verbales, descuidando el hecho de que prácticamente toda comunicación cara a cara comienza con un acercamiento físico. Consideren esto: el lenguaje es usado para compartir conocimiento y experiencia, pero nuestros cuerpos nos ayudan a relacionarnos en un nivel emocional. ¡En cualquier interacción nuestro acercamiento físico y nuestra postura son tan importantes como las palabras que usamos! ¡Quizás aún más! Es posible “estar” con otras personas manteniendo una activa presencia física en el grupo, incluso sin que haya comunicación verbal. Pero a la inversa no ocurre lo mismo. Alguien que físicamente se da vuelta o se separa del grupo va a ser visto como desinteresado, aburrido o distanciado, aunque tenga continuos intercambios verbales.
Además, la sutileza con que nos acercamos, permanecemos o nos alejamos físicamente de un grupo afecta las impresiones que nos formamos de otros, y que ellos se forman de nosotros. Cuando estamos con otros, generalmente nos sentimos más cómodos cerca de personas que tienen una presencia física relajada. Tendemos a registrar a aquéllos que tienen una presencia física más formal o rígida, y dudamos de sus intenciones. En síntesis, nos acercamos a la gente que nos hace sentir cómodos y evitamos a la gente que no nos hace sentir así.
La mente social que se desarrolla normalmente parece venir equipada con un “sistema de radar social”, que sin esfuerzo detecta a aquellos que se acercan y simultáneamente cuestiona sus motivaciones e intenciones. ¿Están simplemente poniéndose en la fila detrás de nosotros? ¿O están tratando de pasar por al lado nuestro? ¿O tienen deseos de interactuar con nosotros? El niño con dificultades en las habilidades de pensamiento social tiene un conflicto con esto, ya que no registra pistas comunicativas sutiles, ni analiza las intenciones comunicativas de los demás. Nosotros necesitamos enseñarles sobre la presencia física.
Los siguientes ítems resumen algunas ideas básicas que podemos presentar a los pacientes para ayudarlos a entender mejor el rol de la presencia física en la interacción social cara a cara.
Si uno entra al grupo hablando o mirando directamente a alguien, pueden pensar que uno está tratando de ser demasiado soberbio y pueden sentir que no le importan sus pensamientos. (Generalmente, entramos a los grupos mirando directamente a la gente solamente cuando tenemos que dar un mensaje urgente.)
Como maestras (padres o educadores) de personas con dificultades en el aprendizaje social, ayudamos a nuestros pacientes siendo mejores observadores de las habilidades sociales “normales” o “esperables” en la vida diaria. Así como reunimos nuestras propias “normas”, también es importante observar cómo los demás modifican nuestras propias emociones y nuestros niveles de confort en nuestro espacio físico, haya o no comunicación verbal.
Más importante aún es enseñar a nuestros pacientes el pensamiento social y las habilidades relacionadas con esto, en el contexto de la vida diaria, fuera de sus bancos o mesas de trabajo, reconociendo que algunos de esos escenarios se dispondrán especialmente para la enseñanza. La idea es brindar a los pacientes la oportunidad de explorar cómo los demás los pueden hacer sentir cuando se acercan y se alejan de su espacio físico.
En la próxima columna vamos a compartir ideas específicas para enseñar a los pacientes acerca del espacio físico. Hasta ese momento, tengan esto presente: las lecciones de Pensamiento Social que diseñamos para nuestros pacientes nos enseñan sobre las expectativas y habilidades de comunicación propias, como también sobre las de ellos. La enseñanza de Pensamiento Social es una propuesta para ganar-ganar. Todos aprendemos sobre nosotros mismos, como así mismo sobre cómo ayudar a los demás. ¡Disfruta observando y participando en el proceso!
Para más información y estrategias de aprendizaje sobre cómo establecer presencia física, consultar el libro de Michelle Garcia Winner, Thinking About You Thinking About Me, 2nd Edition, segunda edición (2007)
Equipo Socializarte.